La Iglesia Bautista Dewberry se dividió en la década de 1800 por una pata de pollo. Hay varias versiones de la historia, pero el relato de un miembro actual es que dos hombres se pelearon por la última pata de pollo en una comida de la iglesia. Los hombres se enfurecieron tanto que uno se mudó a un par de kilómetros y abrió la Segunda Iglesia Bautista Dewberry. Gracias a Dios, las iglesias resolvieron sus diferencias y todos están de acuerdo en que la razón de la separación fue ridícula.
Jesús también está de acuerdo. La noche antes de morir, oró por sus seguidores. «Que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste» (Juan 17:21).
Pablo también estaría de acuerdo. Nos insta a ser «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu» (Efesios 4:3-4), y estas cosas no se pueden dividir.
Los que lloramos por el cuerpo de Cristo roto por nuestros pecados no debemos destruir su cuerpo, la iglesia, con nuestros enojos, chismes y camarillas. Es mejor soportar la afrenta que ser culpables de un escándalo de división en la iglesia. Dale al otro la última pata de pollo… ¡y también un poco de pastel!
De: Mike Wittmer