Cuando Christian Mustad mostró su cuadro de Van Gogh al coleccionista de arte Auguste Pellerin, este lo miró una vez y dijo que no era auténtico. Mustad guardó la pintura en el ático de su casa, donde permaneció durante 50 años. Mustad murió, y la pintura fue evaluada una y otra vez en las cuatro décadas siguientes. Siempre se determinaba que era falsa… hasta 2012, cuando un experto usó una computadora para contar las separaciones de los hilos de la tela. Descubrió que había sido cortada de la misma pieza que otra obra de Van Gogh. Mustad había sido dueño todo el tiempo de un verdadero Van Gogh.
¿Te sientes falso? ¿Temes que, si la gente te examinara, vería que oras, das y sirves poco? ¿Estás tentado a esconderte en el ático, lejos de miradas críticas?
Observa más profundamente, debajo de los colores y los contornos de tu vida. Si te has alejado de tus propios caminos y puesto tu fe en Jesús, tú y Él pertenecen al mismo lienzo. Según la imagen descrita por Jesús: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos» (Juan 15:5), ambos conforman una unidad sin costuras.
Descansar en Cristo te hace un verdadero discípulo de Él. Además, es la única forma de mejorar tu imagen, porque dijo: «el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer» (v. 5).
De: Mike Wittmer