Y sucederá que si escuchas diligentemente la voz de Jehovah tu Dios, procurando poner por obra todos sus mandamientos que yo te mando hoy… bendito serás al entrar, y bendito al salir. Deuteronomio 28:1, 6
Cecilia era responsable de hacer ciertas tareas en su casa, pero esa semana no las había hecho. Y cuando sus padres le dijeron que tenía que terminarlas el sábado a la mañana —antes de que empezara a hacer ninguna otra cosa— se puso insolente. Sus padres le explicaron con calma que si ella no podía ayudar con las tareas de la casa esa mañana, ellos no podían dejarla ir a la casa de su amiga esa tarde.
A Cecilia no le hizo gracia tal razonamiento. Miró con rabia a sus padres. Y les gritó:
—¡Si de veras me quisieran, me dejarían hacer lo que quiero!
Tema para comentar: Cuando alguien te hace obedecer alguna regla, ¿es bueno eso? ¿De qué manera nos demuestra amor el hecho de exigirnos hacer lo que es bueno?
No tienes que buscar lejos para encontrar chicos que no entienden que hay una relación entre las reglas y el cariño. No sólo tienen problemas con que sus padres o maestros tengan reglas. Creen que Dios debe ser un señor horrible por habernos dado un libro con tantas órdenes. Razonan una de dos cosas:
(a) Si Dios me amara, no me exigiría que siga ninguna regla.
(b) Si Dios tiene reglas que espera que obedezca, no puede ser que me ame.
Esos chicos están confundidos. El amor es lo que motiva las reglas que Dios establece. La introducción al segundo mandamiento aclara desde el principio: “Porque yo soy Jehovah tu Dios,… muestro misericordia por mil generaciones a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:5, 6).
Cuando Dios dio la ley, dijo que era “para tu bien” (Deuteronomio 10:13). Su propósito era sustentar y proteger a su pueblo. Su meta al dar su ley era asegurar nuestra prosperidad y nuestro gozo, y evitarnos sinsabores y sufrimientos.
Todas las reglas de Dios demuestran el amor de Dios también de otra manera. Son una señal del amor de Dios porque nos indican cómo disfrutar del amor. Todo el propósito de los Diez Mandamientos y otros mandatos bíblicos es explicar exactamente cómo es el amor, y evitar los conflictos con los demás.
Quizá las palabras del rey David lo resumen mejor. Tenía un concepto increíble de las reglas de Dios: “¡Cuánto amo tu ley!… más que el oro, más que el oro puro” (Salmo 119:97, 127). ¡Dios nos dio sus mandatos llenos de amor porque nos ama!
PARA DIALOGAR: ¿No te parece maravilloso que Dios te ama tanto que te da lo que necesitas para amarlo a él y amar a otros?
PARA ORAR: Expresa tu gratitud a Dios por la sabiduría de su amor.
PARA HACER: Dedica hoy un momento para adorar al Dios que dio los mandatos bíblicos.
McDowell, J., & Johnson, K. (2005). Devocionales para la familia. El Paso, Texas: Editorial Mundo Hispano.